Juan Mauricio Soler Hernández (Wikipedia) Es un ex ciclista profesional colombiano. Nació el 14 de enero de 1983 en Ramiriquí, departamento de Boyacá. Perteneció al equipo Barloworld del circuito ciclista UCI Professional Continental. En 2010 ficha por el Caisse d'Epargne, que desde 2011 se denomina Movistar Team. Un accidente que sufrió en 2011 en la Vuelta a Suiza forzó su retiro del ciclismo profesional.
Soler empezó a correr con 17 años dirigido inicialmente por Lino Casas su primer entrenador,luego paso a manos del entrenador Marco Tulio Ruiz en el equipo salsumba en el primer año de juvenil,luego en el segundo año de juvenil pasa a manos del entrenado Serafin Bernal en el equipo chocolate sol donde consiguió el primer lugar de la vuelta al porvenir superando su actuación del año anterior en la cual fue tercero con su equipo salsumba dirigió por Marco Tulio Ruiz,años después tras conseguir ganar una carrera en su ciudad Ramiriquí pensó convertirse en ciclista profesional. Antes de convertirse en profesional, Soler pasó un año corriendo en su país natalColombia, y al poco tiempo se unió al equipo Acqua & Sapone que estaba dirigido por Claudio Corti. Al año siguiente (2007) se fue al Barloworld con el mismo Corti.En Colombia participó en el equipo Chocolate Sol que representaba al Departamento de Boyacá y luego fue contratado por el equipo Orbitel, dirigido por Raúl Mesa.2
Compitió en el Tour de Francia por primera vez en 2007, y consiguió una victoria en la 9ª etapa al atacar en el Col del Galibier. Además, ganó en ese mismo Tour de Francia el Premio de la montaña y termino 11º en la general final con tan solo 24 años de edad. Soler declaró que la victoria de etapa fue como una "victoria llegada del cielo". Es la victoria más importante de mi vida, y en mi primer Tour de Francia. No creí que fuese a llegar tan pronto".3
Un mes después, Soler continuaría su racha ganadora terminando en la primera posición general de la Vuelta a Burgos, con una victoria de etapa y sobre el corredor español Alejandro Valverde, favorito para el triunfo junto al colombiano, por tan solo dos segundos. Soler demostró una mejoría notable en las pruebas de contrarreloj al terminar 4º en la penúltima etapa de este tipo donde se decidía el virtual campeón de la Vuelta al día siguiente. En el previo Tour de Francia, había comentado que sólo necesitaba mejorar en aquel aspecto para lograr su sueño de ganar la mayor competencia del ciclismo.
En la tercera etapa de la Vuelta a Colombia Bancafé de 2005, su nombre era pronunciado por el conocido narrador deportivo Alberto Martínez Práder, cuando descendía velozmente en el Alto de La Línea: "Walter Pedraza cazó a Alvarito Sierra. Se quedó Soler. Y la pareja de punta va por la etapa. Soler, Soler... ¡Ay, h...!" El conocido narrador deportivo murió en el accidente, y la afición colombiana quedó completamente perpleja al oir una y otra vez Soler, Soler...
Hace algunos años, Mauricio Soler simbolizó la resurrección del ciclismo colombiano cuando se coronó rey de la montaña en el Tour de Francia. Los ojos de los aficionados se volcaron en su figura. Su origen campesino hizo que se recordaran los tiempos de Lucho Herrera. Este año, sin embargo, los aficionados tuvieron que esperar otro milagro, lejos de la bicicleta y los podios. Soler tuvo un accidente que por poco le cuesta la vida y ahora solo puede soñar con volver a desafiar los grandes premios de montaña.
Patricia Flórez, una aguerrida llanera que ha estado al lado de Mauricio desde el accidente que casi corta su vida, no lo podía creer. Acababa de regresar con su hermano Argemiro a la Unidad de Cuidados Intensivos en la Clínica Universitaria de Navarra, en Pamplona (España), cuando una enfermera les avisó que el ciclista había despertado y preguntaba por ella. "Pensé que era una broma, y ella muy respetuosamente me dijo que no, que cómo se me ocurría", sostiene Patricia.
Cuando entró en la habitación, su esposo compartía un sofá con el neurólogo Manuel Murie Fernández. "Parecía un esqueletico ahí sentado", dice, "me acerqué y le dije: 'Mauro'". El médico le preguntó al ciclista si la reconocía, él dijo que sí, que era Patricia, su esposa. "Hablaba en baja voz, como un susurro y tocaba acercar el oído a su boca para entender lo que decía. No tenía fuerzas", añade. Después atinó a decir que Argemiro, quien también entró en la sala, era su padrino de boda. Mauricio se le había escapado a la muerte.
-Fue algo muy bonito y duro a la vez. Ahí me di cuenta de que había pasado algo bien feo para que ella tuviera que viajar desde Colombia -explica Mauricio mientras bebe un sorbo de agua con un pitillo que la ha entregado Patricia. La parte izquierda de su rostro está paralizada-. Me siento mucho mejor, pero sé que la recuperación es larga.
Su esposa también lo comprende: los dos saben que la paciencia es su carta más alta. El 16 de junio el ciclista sufrió el accidente que lo asomó a la muerte. En el kilómetro 33 de la sexta etapa de la Vuelta a Suiza su bicicleta se encontró con un bache de dos centímetros en el asfalto, el delgado tubular de la llanta explotó y Mauricio salió despedido por los aires, su cabeza chocó contra uno de los postes metálicos que sostenían una malla al borde de la carretera.
Él no recuerda nada de ese día, "doy gracias a Dios por eso y espero que esos recuerdos nunca lleguen", asegura enfático. Lo que sabe del accidente se lo relató Alfredo Zúñiga, médico del Equipo Movistar con quien Mauricio comenzó a correr este año, y el mismo que por teléfono le anunció a Patricia que tenía que viajar a Suiza porque el pronóstico era reservado y había riesgo vital.
Y no era para menos. La base del cráneo de Mauricio se fracturó por el impacto, también su clavícula, omoplato, varias costillas, un pómulo y el cuello de su pie izquierdo, además de una laceración en un riñón y sufrir un neumotórax. Cuando Patricia llegó al Hospital St. Gallen en Suiza, donde fue trasladado Mauricio, el especialista alemán Roger Lussman le anunció que las esperanzas eran mínimas.
Tiene el biotipo perfecto del ciclista: es alto, delgado y de músculos largos, pero ahora se ve mucho más menudo, sus manos y dedos afilados parecen inmensos y sus 190 centímetros de estatura se hacen eternos cuando, con dificultad, se pone de pie para saludar.
-Me siento mucho mejor pero sé que la recuperación será larga. Gracias a Dios se ha dado un gran paso al salir de la clínica -dice de manera pausada, con una voz cargada por el cansancio que todavía aqueja su cuerpo pero que también deja entrever la felicidad de estar vivo.
Es una persona tímida pero bastante segura de sí, dos condiciones que alterna desde pequeño. Su hermano Ómar fue quien lo inició en el mundo del ciclismo, pero luego "nadie ha tenido que ver" con su carrera.
-Yo me he labrado el camino -asegura Mauricio y hace un esfuerzo para recordar sus primeros pedalazos.
Una mañana fría, en su natal Ramiriquí, Mauricio salió a la carretera a practicar con ciclistas aficionados, "para ellos era difícil mantenerme la rueda. Ahí pensé que podría dedicarme a esto", sentencia. Después de una corta carrera en Colombia fue contratado en 2006 por el equipo italiano Acqua & Sapone, la salida a Europa no lo amedrentó: "Miedo es lo que nunca he tenido".
El 10 de diciembre de 2005, antes de emprender su travesía por Europa, se casó con Patricia Flórez, la fisioterapeuta que hoy es madre de Juan Mauricio, el pequeño de 15 meses que quedó al cuidado de su abuela en Ramiriquí. Se conocieron en Duitama a finales de 2004, cuando él corría el Clásico RCN y ella trabajaba en un centro de rehabilitación integral. Un mes después de la boda, Mauricio viajó a competir en Europa y Patricia se quedó en Colombia. Tras el accidente, ella lo dejó todo para estar al lado de su esposo. Desde que llegó al Hospital St. Gallen en Suiza, Patricia se ha convertido en su sombra, vela por él día y noche, le ayuda a comer, a caminar, a asearse, no ha descuidado un solo detalle desde que llegó a la clínica.
Su hermano Argemiro fue su apoyo en Suiza, después, cuando lo trasladaron a Pamplona, su cuñada María Fernanda fue la encargada de acompañarlo. El proceso de recuperación fue por momentos un calvario: "lo viví con fe y esperanza, aferrada a las oraciones. A veces me desesperé, también cuando pensaba lo peor pasé por mil estados de ánimo", recuerda Patricia.
"Lo más duro es la impotencia porque no soy ni neuróloga, ni cirujana, ni ortopedista, soy solo una mujer enamorada de su esposo con el corazón dividido, porque tuve que dejar a nuestro bebé en Colombia", cuenta Patricia, quien incluso recibió la visita de un padre polaco en Suiza que le aplicó los santos
En la clínica vivió muchos momentos difíciles, como cuando Mauricio presentó un retroceso en su lenta pero firme recuperación. Días después de haber despertado, el ciclista comenzó a recordar escenas de su pasado que le provocaron un shock nervioso, además todavía faltaban varias operaciones que significaban un riesgo importante. Los mensajes de apoyo que la gente le hizo llegar al hospital le sirvieron para renovar sus fuerzas. Mientras Mauricio se debatía entre la vida y la muerte, Patricia recibía llamadas de un inmenso lote del mundo del ciclismo internacional que quería averiguar por la salud del deportista colombiano.
Además de las visitas de los compañeros, técnicos y entrenadores del Equipo Movistar, por las clínicas de St. Gallen y Pamplona desfilaron íconos del ciclismo. "Una de las visitas que lo hizo más feliz fue la de Miguel Indurain, su ídolo de la infancia", apunta Patricia.Mauricio dice que no recuerda exactamente de qué hablaron, pero lo recuerda como "una persona muy sencilla".
Otra visita significativa fue la del ciclista español Pedro Horrillo, pedalista que en el Giro de Italia de 2009 se precipitó por un barranco de 80 metros y también sobrevivió luego de un coma inducido. "Fue a la clínica con su esposa y sus dos hijos, sin duda fue un gran apoyo porque era alguien que había vivido una experiencia similar", explica Mauricio.
"La lista de personas que llamaron o se acercaron al hospital es inmensa. Mal haría en nombrarlos porque de seguro dejaría a alguien por fuera", apunta Patricia. El suizo Fabian Cancellara, los integrantes del equipo Colombia es Pasión 4-72 o el ciclista sudafricano Robert Hunter, quien hizo hasta lo indecible por ver a su excompañero en la escuadra Barloworld, son solo algunos de los que demostraron su preocupación.
Y mientras que los mensajes de apoyo seguían llegando, Mauricio pasaba una y otra vez por el quirófano. Fue intervenido del cuello, del pie izquierdo, en España le reconstruyeron el pómulo y el ojo izquierdo. Luego, diez días antes de que le dieran de alta, se sometió a una operación para retirarle un filtro de la vena cava. El procedimiento se demoró casi tres horas, cuando lo normal es que tarde cuarenta minutos, y se realizó con anestesia local. Uno de los momentos en que Mauricio sintió más dolor físico.
Finalmente, el 14 de octubre los médicos determinaron que el ciclista podía salir de la clínica y continuar su recuperación desde casa, siempre en compañía de su esposa.
-Sin ella no sé si habría llegado hasta el día de hoy.
El español Eusebio Unzué, director del equipo Movistar, declaró al diario El País que al inicio de la Vuelta a Suiza el deportista de Ramiriquí "estaba superanimado, se veía tan fuerte que pensaba que podía ganar la carrera". Y luego se lamentó: "Es una pena porque es un ciclista extraordinario, una fuerza de la naturaleza, pero está marcado por la fatalidad". Se refería a las múltiples caídas que castigaron al colombiano entre 2008 y 2010 y que lo alejaron de las principales pruebas del calendario mundial.
Mauricio estaba convencido de que éste sería su año, como lo fue ese fantástico 2007 cuando debutó en el Tour de Francia con una victoria de etapa (con llegada en Briançon y un impresionante ataque en el mítico puerto de Gabilier), ganó la camisa de pepas al mejor escalador (206 puntos contra 128 de Alberto Contador) y finalizó undécimo en la clasificación general.
"A mis 28 años era una edad propicia para tener una buena temporada, me sentía al inicio de una renovada fortaleza física. Estaba muy contento y el equipo también. La apuesta era que yo ganara la Vuelta a Suiza", asegura sin demostrar mucha nostalgia. Pero no, ese sueño se truncó en el funesto kilómetro 33 de la carretera helvética.
Mientras la pareja espera a que los médicos aprueben el regreso de Mauricio a Colombia (posiblemente a mediados de diciembre), viven su nueva rutina de la casa de Huarte: ella lo ayuda a desayunar y a asearse, luego los recogen para continuar con la recuperación en el hospital, al regresar a veces hacen una pequeña caminata por el barrio o ven un rato de televisión, cenan y se van a dormir.
"Lo veo con una fortaleza inmensa, con actitud positiva, con ganas de salir adelante. Es un luchador, es un campeón", explica Patricia y agrega que para Mauricio existe una necesidad imperiosa: abrazar a su hijo "cachetes". Y él, con una voz que tiembla por primera vez mientras conversamos, lo corrobora: "Ahora solo falta esperar cuándo consideran los especialistas que puedo viajar a Colombia para poder alzar a mi hijo y decirle lo mucho que lo quiero".
Las secuelas que dejó en Mauricio el accidente casi que descartan su regreso al deporte, pero él mantiene la fe:
- No sé si voy a poder volver a practicar el ciclismo, que es lo que yo quiero y sé hacer. Eso no lo sabe nadie, solo Dios. Habría que preguntarle qué tiene preparado para mí.
Por Álvaro Cuellar Revista Don Juan